Después de un verano de esos que parecen imposibles de sobrellevar sin aire acondicionado, vuelve el otoño. Esta estación advierte de que en pocos meses llegará el frío invierno y con él, la dependencia de la calefacción. En invierno todos buscamos mantener la casa cálida y acogedora frente al gélido viento que azota las calles. Sí, pero ¿cómo hacerlo sin sacrificar el planeta? El consumo energético que llevan a cabo las calefacciones deja temblando al medio ambiente en cuanto a recursos se refiere.
Poco a poco, los ciudadanos están más convencidos de la necesidad del ahorro en cuestiones energéticas y son muchas las peronas que ya reciclan, usan transporte público o bicicleta y se piensan dos veces las cosas antes de derrochar energía. Sin embargo, aún queda mucho que hacer si nos fijamos en los efectos de los gases invernadero o en la contaminación que cubre algunas ciudades.
Para dar un paso más allá en nuestra concienciación a la hora de bajar el consumo eléctrico de nuestros hogares tenemos que tener en cuenta el principio de eficiencia energética. Esto significa usar de manera eficiente la energía para optimizar así los procesos productivos y el empleo de la energía, usando la misma cantidad o menos para realizar más procesos (ya sea para producir bienes y servicios o para el día a día en el hogar).
Cómo usar la calefacción eficientemente
Está claro que optimizando el uso de la calefacción, este invierno podremos ahorrar bastante energía si seguimos unos sencillos consejos a la hora de aclimatar la casa.
7 consejos para hacer un uso eficiente de la calefacción
2. Aprovechar las horas de luz: algunos trucos para aprovechar más el calor natural que incide en nuestras ventanas y fachadas pasan por dejar todo el día las persianas levantadas y solo bajarlas y correr las cortinas cuando empiece a atardecer. De esta manera, la casa guardará todo el calor acumulado durante el día.
3. Revisar posibles fugas: es básico mirar si hay escapes por rejillas, bajos de las puertas o ventanas. Si encontramos algunas, podemos sellarlas con masilla, silicona o cinta aislante. De otra manera estaremos perdiendo temperatura sin saber por qué
4. Colocar un termostato: los termostatos ambientales, mejor que sean programables. Este aparato medirá la temperatura ambiente de la estancia y transmitirá el dato a la caldera para que ésta pare un rato o vuelva a arrancar. De esta manera, se establece la temperatura necesaria en cada momento. Para que la medición de la temperatura sea certera, recuerda colocar el termostato a 1.5 metros del suelo y evita colocarlo cerca de un corriente de aire que tengas localizada.
5. Regular la calefacción de acuerdo a tus horarios: si pasas el día fuera de casa, lo mejor es programarla para una hora antes de volver. Así tendrás la temperatura deseada en el momento en el que entres en casa. Evita también aclimatar las habitaciones que no uses y mantén cerradas sus puertas. Además, puedes permanecer con algo de abrigo cuando llegues a casa y así no tendrá que estar tan alta la temperatura.
6. Reforzar el aislamiento térmico de las paredes, suelos o techos: en el caso del suelo se puede tener en cuenta el uso de “aislantes” externos como las alfombras y colchas, que harán que el calor no se pierda tanto por este. En cuanto a la pared, es obvio que los aislantes de interior como los que se colocan detrás de los zócalos ayudarán a mantener una sensación térmica ideal en todo momento. En lo referido a las ventanas, reforzar su aislamiento con los cristales indicados o usar cristalería doble ayudará también a mantener esta sensación. La madera con la que estén hechos los marcos de las mismas también influye mucho en el resultado.
7. No tapar radiadores: muchas personas tienen como costumbre tapar los radiadores con ropas o mantas, ya que piensan que aplicar directamente calor a sus prendas mojadas contribuirá a un rápido secado. El problema es que, al tapar los radiadores con ropa mojada la calefacción tiene que hacer un esfuerzo mayor y, por tanto, un mayor consumo de energía, para poder ofrecer la temperatura que le tenemos asignada. De esta manera lo que estamos haciendo se asemeja al hecho de tener las ventanas abiertas mientras que tenemos la calefacción encendida. Un gasto de energía doble o triple que sería fácil de evitar con, simplemente, no llevar a cabo este tipo de prácticas.